De ser una asociación sin ánimo de lucro de ámbito local, Amica ha pasado a desarrollar proyectos a nivel nacional e internacional. La clave de su crecimiento exponencial está en el éxito que han tenido sus ideas innovadoras. La principal: las personas con discapacidad no son diferentes, todos seremos discapacitados en algún momento de nuestra vida. Por tanto, hay que ayudarlas para que desarrollen su vida con normalidad. Esas ideas han recibido apoyo de la Unión Europea durante más de tres décadas y han permitido a la ONG multiplicar su patrimonio «por veinte». El director-gerente de Amica, Tomás Castillo, explicará este fenómeno social el próximo mes de octubre en el Parlamento de Estrasburgo, para que esas ideas sigan propagándose por el mundo.
La ONG es hoy, 34 años después de su nacimiento, un gigante en el sector: dispone de dos sedes sociales (Torrelavega y Santander); centros de apoyo (atención a la infancia, formación y empleo, promoción de la autonomía personal y alojamientos); centros de actividad laboral (lavanderías, lencerías y talleres de confección) y centros relacionados con el medio ambiente (recuperación y reciclaje, transferencia de residuos, punto limpio). Las cifras del grupo lo dejan claro: 16,3 millones de presupuesto, más de 500 personas en plantilla. ¿El último proyecto? Se llama Campus Diversia y consiste en desarrollar acciones de cooperación internacional en una finca de más de 400 hectáreas en Yátova (Valencia).
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